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miércoles, 25 de abril de 2012

Autor: Jankarlos Nuñez.


Las trabajadoras domésticas no son ladronas, Hipólito.

De todo el honor, como las que más, son dueñas las trabajadoras domésticas, estas mujeres de valor inigualable, que despiertan al sol cada mañana, están lejos de ser vilipendiadas y acusadas de ladronas, como lo insinuara el candidato del PRD, Ingeniero Hipólito Mejía ante la FINJUS, éste dijo textualmente, que las trabajadoras domésticas se robaban el filete de la nevera, para dárselo a los novios, es un dislate del tamaño del descuido verbal de Hipólito, a esto y más, estamos acostumbrados, pero es bueno acordarle al candidato blanco, que las mujeres que desarrollan esta importante labor, no tienen novios, sino maridos, pues en un alto porcentaje, son damas casadas, las solteras, tienen hijos, que más que un novio, son los que las inspiran a trabajar y ganar el sustento de estos, ellas trabajan duro, de sol a sol, son mujeres humildes que merecen la admiración y el respeto de todos, pues aceptan los vejámenes a las que son sometidas, que van desde el clásico insulto, siempre que su ama sea desconsiderada, hasta la estafa por parte de sus empleadores y porque no, violaciones de sus derechos y de su cuerpo, para ganar el pan de cada día, de una manera digna.

He conocido a muchas que poseen igual o más dignidad que cualquier "dama" de sociedad, ofender a las trabajadoras domésticas, es difamar a la clase femenina dominicana y con todo lo dicho y sabido, ésta, no necesitan más cargas sobre sus espaldas. Los pronunciamientos de Hipólito, si se quiere, están inscritos en el marco de la violencia en contra de la mujer, en un momento en que tantas dominicanas están siendo acecinadas.

Basta ya de ofensas señor candidato, basta de decirle pelafustanes y estúpidos a jueces meritorios, basta ya de acusar al prelado de tener cuentas en Puerto Rico, basta ya de atropellos a periodistas, que cumplen con su labor, sin importar el género, basta de incitar a los suplidores y cosecheros a no pagar, basta de acusaciones de corrupción, cuando usted anda con ésta colgada en su historia, basta de lenguajes soeces, que averguenzan la sociedad, por la que usted, aunque en vano, espera ser electo.

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