Fuente: Listin Diario |
Es una obviedad de Perogrullo el hecho de que Leonel Fernández no es candidato a nada en el próximo certamen electoral. Sin embargo, los perredeístas le tienen un miedo patético, una especie de patología política pasmosa e incurable, que les lleva a hacer del líder del PLD el flanco preferido de opiniones tendenciosas y ataques iracundos para desmeritarlo.
Ellos no quieren ver a Leonel levantar la mano victoriosa de Danilo Medina, ni quieren que de su boca salga una sola palabra en esta campaña electoral, ni que su Margarita irradie de frescura y alegría los soporíferos domingos de marchas y mítines electorales que se avecinan.
Por esa razón, se preguntan en corrillos y medios de comunicación afines, ¿qué hace Leonel firmando pactos políticos con otros partidos? ¿por qué carajo caravanea si no es candidato? ¿cómo es que va a gobernar si desatiende la cosa pública para distraerse en sus intereses partidarios?
Y, más aún, aseveran que Leonel no es Lula Da Silva, ni Danilo es Dilma, y que el gobernante se equivoca porque el poder no se inocula, ni se testa como si de una monarquía árabe se tratara.
En su psiquis, lo único que legítimamente Leonel y todos los dominicanos debemos hacer es tirarnos de bruces a esperar que el vendaval tropical que es su “querido Papá” arrase de nuevo con el país.
Es como un designio de esa expresión de Marx, a propósito de Napoleón III, de que “la historia se repite siempre, la primera vez como tragedia y la segunda como farsa”.
En ese afán incurrirán en toda clase de conjuros, de vilezas y mezquindades para asistir a la muerte política de Leonel Fernández e impedir otra victoria más del PLD en las próximas elecciones.
Incluso, si es necesario, negarán hasta la enésima vez lo que le corresponde a Leonel Fernández como atributo innato de su mismísima personalidad: su carácter reflexivo y su proverbial tolerancia frente a las opiniones de sus adversarios.
Sólo así se puede explicar la idea absurda del ex vicegobernador del Banco Central en la gestión de Hipólito Mejía, señor Félix Calvo de que el gobierno persigue el cierre de un pequeño diario digital, del que es propietario conjuntamente con la periodista y ex funcionaria de ese mismo gobierno Margarita Cordero.
Aunque me causa tedio hablar del tema, debo confesar que me enteré de la existencia del referido diario digital por la enorme carga de improperios, frases soeces e ideas descabelladas que sostiene el señor Calvo en relación al presidente Fernández en un escrito reciente.
Expresiones como, “el chico ex mensajero de colmado de Nueva York” o “Leonel conoce muy bien mis largos años en universidades, estudiando y logrando títulos con altas notas, algo que él mismo no está en capacidad de exhibir” o que la libertad de expresión está “manejada en el país por un grupo de traficantes de tesoros públicos”.
El obligado corolario de las diatribas del señor Calvo es que su diario digital será cerrado. Como si el Presidente fuera un párvulo político para disparar con un cañón a una insignificante mosca. Además, en este país y fuera de aquí todo el mundo sabe que en los tres periodos que le ha tocado ejercer la Primera Magistratura del Estado, Leonel Fernández ha sido un auténtico demócrata que ha fortalecido el diálogo y el pluralismo político, muy al contrario de la conducta exhibida por Hipólito Mejía en su tristemente recordado gobierno.
Pero, a penas esa es la punta del iceberg. Todavía en esta campaña electoral falta el manido expediente del uso de los recursos públicos, la parcialidad de la Junta Central Electoral, los muertos y desplazados que votan, etc, etc.etc.
Todo se irá agriando en la medida en que las exultantes voces que habían prorrumpido en el PRD a ritmo de “llegó Papá” vean desvanecer una pretendida victoria que vaticinaban con bombos y platillos.
Es una manera poco elegante y soez de escurrir el bulto de los enredos del PRD y de no debatir sobre el ausentismo de ideas de su candidato y jefe político.
Por lo demás, que Leonel haya sido “delivery boy” en Nueva York fue una confesión que yo escuché de los labios del propio gobernante. La impresión que me dio en ese momento es que se trataba de un motivo de orgullo personal y no de sorna, así como habla frecuentemente henchido de honor de su procedencia del cálido sector capitalino de Villa Juana.
Ese origen humilde, su vocación por el trabajo infatigable, una vida personal correcta y sin dobleces y su irremisible pasión por la lectura han llevado a Leonel Fernández a brillar con su propia luz en los principales centros de pensamiento de la humanidad.
Ha sido de los pocos “delivery boys” de esta y cualquier sociedad que el destino le ha privilegiado con el reconocimiento de sus condiscípulos, dentro de su propio país como frente a los principales líderes del mundo.
Tal vez esa sinergia entre el “mensajero de colmado”, de que habla despectivamente el señor Calvo, y su vocación por la vida intelectual, es la que convierte a Leonel en un hibrido social tan potable para el presente y el futuro de la sociedad dominicana.
Y, aunque odio contradecir al viejo barbudo de Marx (al fin y al cabo él sigue serpenteando en mis días de lector feliz e indocumentado) le debo decir, que, muy a pesar del señor Calvo y de su periódico de diatribas, la historia suya y de la su jefe Hipólito Mejía no se repetirá, ni como tragedia, ni como farsa.
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