Pedido de renuncia de la JCE
Nadie en su sano juicio podía imaginar que después de la “metida de pata” que constituyó la evocación nostálgica de las muchas cosas buenas de Trujillo, incluyendo el Servicio Militar Obligatorio, se iba a producir otra de tanta magnitud institucional y política como el insólito pedido de renuncia del denominado Comité de Asesores del candidato presidencial del PRD, de los actuales miembros de la Junta Central Electoral.
El repudio contra esta locura colectiva que se ha apoderado del Grupo PPH ante el derrumbe estrepitoso de sus perspectivas electorales fue tal, que la semana pasada fue tratada afanosamente de sacar del debate nacional por los asesores de imagen del candidato Mejía, a quienes he denominado “El grupo de la bata blanca” y cuyo trabajo al parecer ya no sólo será con el candidato, sino que tendrá que expandirse a su círculo político más cercano, como aquellos que le dieron origen a esta descabellada acción política.
Afortunadamente, el pedido de renuncia de la JCE fue desautorizado formalmente por el presidente del PRD Ing. Miguel Vargas Maldonado, quien horas después de producirse, emitió unas declaraciones en el sentido de que no fue consultado para tan importante iniciativa. El Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, como jefe de la iglesia católica dominicana, rechazó la aventurera petición, advirtiendo de forma enérgica y responsable que no era hora de estar torpedeando la labor de la JCE, sino apoyar su labor para la organización de las próximas elecciones, fijadas para el 20 de mayo del 2012.
La orfandad de apoyo de la tristemente célebre iniciativa del grupo de asesores pepehachistas (que fue apoyada públicamente por Hipólito Mejía) fue tal, que hasta su delegado político en la JCE, Dr. Eddy Olivares, se vio en la necesidad de rechazarla votando a unanimidad con sus compañeros de organismo, en una resolución que se diera al efecto.
La ira y la prepotencia de Hipólito Mejía, cuando se le preguntó acerca de la desautorización pública del jefe del PRD Miguel Vargas Maldonado, fue que él ni le consultó, ni había por qué consultarle, porque él no pertenece a su equipo de campaña, lo que viene a confirmar la actitud de hostilidad permanente que ha manifestado contra Vargas desde que lo despojó, con malas artes, de la candidatura presidencial en marzo de este año y a quien le ha querido estrujar en la cara la preeminencia política de las tres personas que sirvieron como árbitros internos y que terminaron siendo los peores verdugos de Vargas Maldonado en esa contienda, como lo son el Dr. Enmanuel Esquea, la Dra. Milagros Ortíz Bosch y el Dr. Hugo Tolentino Dipp.
El pedimento de renuncia de la JCE viene a confirmar que el objetivo real del PPH no era la renuncia de Franklin Frías de la Dirección de Cómputos de ese organismo, ni tampoco buscar un equilibrio que salvaguardara sus legítimos intereses en esa sensitiva dirección. El PPH ha puesto de relajo con esta petición a gente tan importante y de tanta valía como Mons. Agripino Núñez Collado, que sirvió de mediador en la infructuosa gestión ante los secretarios generales del PLD y del PRD.
Sin pretensiones de tener una bola de cristal que me permita predecir el futuro, he alertado de forma consistente al país de que en la medida en que el PPH y su candidato tengan malas noticias de las encuestas reales sobre sus perspectivas electorales y despierten de sus sueños de que ya tenían ganadas las elecciones, su objetivo esencial iba a ser desacreditar el proceso electoral y sostener que el PLD se va a quedar a base de un fraude en la JCE y del uso abusivo de los recursos del Estado.
Lo que significaría en la práctica una renuncia de los actuales jueces de la JCE es descabezar el proceso electoral y sumir al país en un estado de crisis institucional, lo que no es desconocido, ni por el consejo de asesores de Mejía, ni por él mismo.
El objetivo claro era enrarecer el ambiente y lanzarle un manto de dudas al proceso eleccionario venidero con la ayuda de Participación Ciudadana, quien está trabajando, desde el punto de vista mediático, en lo que he llamado “los tiros oblicuos” contra la JCE y contra el Partido de la Liberación Dominicana y el Presidente Leonel Fernández.
El presidente de la Junta Central Electoral, Roberto Rosario Márquez, ha hecho lo correcto, al anunciar que la OEA auditará el padrón y el sistema de cómputos de la JCE, como una muestra clara y precisa de que la Junta está comprometida ante el país y ante la Comunidad Internacional en realizar un certamen fuera de toda duda o sospecha. La importante iniciativa de una auditoría antes de las elecciones realizada por la OEA servirá de muralla para todos los chismes y maledicencias que correos pepehachistas puedan llevar a Washington, a Europa y al cuerpo diplomático acreditado en el país, acerca de lo que está ocurriendo en el proceso electoral de la República Dominicana, Afortunadamente, en la dirección del PRD no todos son pacientes del grupo de la bata blanca. Hay cordura y sensatez en la presidencia y secretaría general de ese partido, suficientemente fuerte para, preservando los intereses legítimos de su organización, aislar las alocadas y radicales iniciativas de un pepehachismo desesperado por el derrumbe en el favor popular que creían tener asegurado.
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