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viernes, 22 de julio de 2011

EU sigue siendo el mayor consumidor de cocaína

Un informe de Naciones Unidas dice, sin embargo, que ha bajado la recepción de droga en este país.

Por Katia Monteagudo/Prensa Latina


México (PL) El más reciente informe de Naciones Unidas sobre el consumo de drogas a nivel global asegura que Estados Unidos continúa siendo el mayor consumidor de cocaína, aunque bajó en los últimos años la recepción de ese estupefaciente.

Tal declive provoca un debilitamiento del tráfico de esa sustancia hacia el país norteño proveniente de los carteles mexicanos, los cuales son cada vez más agresivos por el control de un mercado que se reduce, asegura el análisis.

De acuerdo con Thomas Pietschmann, experto de la ONU, al entrar menos cocaína desde México hacia Estados Unidos, la pelea ahora es por los mercados escogidos, lo cual crea una situación de mucha violencia.

Sin embargo, el encargado de la Oficina Nacional de Políticas de Control de Drogas norteamericana y máxima autoridad de la lucha antinarcóticos en Estados Unidos, Gil Kerlikowske, admitió lo contrario.

Durante su reciente presentación de la Estrategia Nacional Antinarcóticos para la Frontera Suroeste 2011, Kerlikowske aseguró que la demanda de drogas ilegales en Estados Unidos es la verdadera causa de la violencia, la adicción y el crimen en las zonas limítrofes entre ambos países.

Incluso el alcance de los cárteles mexicanos, detalla, no termina en el interior de su país o en nuestra frontera sur, estos están operando en más de 300 ciudades norteamericanas, hasta en Australia y varios países del Caribe, Centroamérica, Suramérica y Europa.

Los carteles de Tijuana (o los Arellano Félix), del Golfo, Los Zetas, el de Juárez, el de Sinaloa, el de los de Beltrán-Leyva y el de La Familia Michoacana, operan el flujo de drogas hacia territorio norteamericano.

Pero su pelea por el control del tráfico de drogas hacia el país vecino, ya no es la única rivalidad que enfrentan entre sí estos grupos criminales.

"México dejó de ser solo un país productor o solo de tránsito y también se ha convertido en un país con mercados de consumo y, en consecuencia, los grupos criminales operan con una lógica distinta", recién admitió el presidente Felipe Calderón.

Según el mandatario, el país transitó del modelo que buscaba primordialmente pasar la droga a Estados Unidos, al del colocarla entre los jóvenes mexicanos.

El primero busca salir sin ser visto y rápido, pero el segundo busca meterse y quedarse en la comunidad, hacerse visible, porque quiere que su violencia intimide a otros grupos, a la autoridad y a la sociedad, abundó.

En este nuevo modelo de control territorial, de plazas, puntos de venta, amplió Calderón, el crimen trata de apoderarse de las comunidades, y, una vez logrado, se vuelve la autoridad y es el que extorsiona, asalta, viola impunemente y cobra impuestos.

Según el Centro de Investigación y Seguridad Nacional, instancia encargada de la información sobre el narcotráfico y el crimen organizado, siete cárteles mexicanos se disputan el control de 162 municipios, en 17 estados, de los 32 en total y el Distrito Federal.

El cartel del Pacífico se enfrenta a los de Juárez, Beltrán Leiva, del Golfo y Los Zetas en  Chihuahua, Sinaloa, Jalisco, Michoacán, Oaxaca, Guerrero, Durango, Tabasco, Chiapas, Quinta Roo, y Baja California.

La Familia Michoacana pelea contra el Cartel del Golfo y Los Zetas en Michoacán, Guerrero, Guanajuato, Estado de México e Hidalgo.

Igualmente pugnan entre sí el Cartel del Golfo y Los Zetas en Tamaulipas, Nuevo León y Veracruz.

Para Edgardo Buscaglia, asesor de Naciones Unidas, México vive inmerso en una especie de guerra civil, originada por la delincuencia organizada.

Esta última, asegura Buscaglia, "ha convertido al Estado mexicano en un rompecabezas, donde cada fragmento responde y pertenece a un grupo criminal diferente".

Hasta el primer semestre del 2011 suman más de seis mil las personas asesinadas por el crimen organizado, y durante la administración de Felipe Calderón se reportan 41 mil 648 ejecuciones, según conteo del diario La Jornada y datos estadísticos de la Presidencia de la República, desde diciembre de 2006 a diciembre de 2010.

De acuerdo con registros gubernamentales, cada vez más jóvenes de entre 18 y 25 años de edad se suman a estos grupos delincuenciales, como sicarios o traficantes de drogas.
Édgar Huerta Montiel, El Wache, de 22 años -uno de los autores materiales de los asesinatos de migrantes en San Fernando, Tamaulipas, en agosto de 2010 y marzo de 2011-, confesó a la Policía Federal haber privado de la vida al menos a cien personas.

El pasado 25 de junio, la Policía Federal presentó a ocho integrantes de Los Caballeros Templarios (nuevo grupo derivado de La Familia Michoacana), entre los cuales estaba Jairo López Mendoza, de 22 años, jefe de plaza en Tuxpan, Michoacán.

El 28 de junio, la Secretaría de Seguridad Pública de Hidalgo presentó al jefe de Los Zetas de la plaza de la ciudad de Pachuca, Eder Daniel Escorsa Cabadas, de 19 años de edad.

Según un reciente estudio del Trans Border Institute, de la Universidad de San Diego, focalizado en el estado de Nuevo León, allí cada vez son más los menores de 21 años detenidos, secuestrados y asesinados.

Este análisis concluyó además que el creciente fanatismo por la subcultura del narcotráfico es promovido por las bandas, las cuales reclutan jóvenes y niños con promesas de dinero, fama y poder.

Solo en ese estado de la zona norte mexicana, del 2009 al 2010 la cifra de muertes violentas ascendió de 112 a 604; y en el pasado mes de junio se reportaron 147, incluso con más de 30 asesinatos en 24 horas.

La mayoría de las muertes sufridas en los años recientes, especialmente de jóvenes, están asociadas a la producción y distribución de drogas, y por quienes lucran con esas sustancias, refiere el presidente Calderón.

Más que combatir el grave problema de las drogas, insiste el mandatario, lo que realmente el gobierno mexicano enfrenta es  "la criminalidad, que lastima a la gente con su violencia, venga asociada o no con un asunto de drogas".    El imperativo ético ante esto, precisa Calderón, "creo que puede ser solo uno: usar toda la capacidad del Estado para defender de esos criminales a las familias".

No obstante, ciudadanos y organizaciones civiles mexicanas opinan lo contrario y le exigen al gobierno mexicano, y a su presidente, una urgente redefinición de la actual estrategia de seguridad contra la delincuencia y el narcotráfico.

"Es necesario terminar con el enfoque militarista de combate al crimen organizado, mediante un enfoque más amplio y estructural", plantea el poeta Javier Sicilia, líder del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.

En su reciente diálogo con Calderón, el activista -voz de los más de 40 mil muertos y 10 mil desaparecidos-, cuestionó al mandatario por iniciar un combate, sin hacer antes una profunda reforma política y un saneamiento de las instituciones.

Para Sicilia nadie nace criminal, y, aunque a muchos de los muertos el gobierno los considera como tales, hay que reconocerlos también como víctimas, para saber de dónde provienen y qué no les dieron el Estado y la sociedad, para haber fracturado sus vidas.

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