Disponemos de datos y referencias que apuntan a que el gobierno del presidente Leonel Fernández no estaría en disposición de quedarse de brazos cruzados con relación a lo que, según evidencias y sospechas, sería una campaña orquestada con el objetivo de minar la imagen del jefe de Estado y líder del PLD.
En pocas palabras, no se daría la callada por respuesta sino que en los próximos días podría ponerse en ejecución una estrategia de defensa; y, ¿por qué no? hasta de contraataque (aunque se trate de una decisión aislada o de mera coincidencia, en la línea de defensa oficial, muy bien se pudiera enmarcar la respuesta del ministro de Hacienda, Daniel Toribio, hace unos días, que dejó malparados a críticos alegres del área empresarial con la revelación de que el Estado deja de percibir más de cuatro mil millones de pesos producto de exenciones al sector privado).
Además de que el propio “León” pudiera advertir determinados planes para desdibujarle la imagen personal, el vocero palaciego, Rafael Núñez, se ha sentido aludido y provocado con respecto a la efectividad de su trabajo y, en tal sentido, estaría en disposición de “sacudirse” y echar el pleito en público.
Para esos fines, sabemos, no sólo habría estado “aceitando” al equipo central y a los equipos satélites que conforman el “gabinete de comunicación”, que le ha servido de soporte en los últimos siete años de ejercicio gubernamental del doctor Fernández, sino que ha estado poniendo al corriente o en “ojo avizor” a distintos líderes de opinión del país, entre los que ha incluido esta vez a gente nunca antes invitada a nada, pero que se sabe con determinado peso en los medios y que también es amiga del presidente Leonel Fernández, a fin de que, de conjunto, se dé un paso al frente.
Sin duda que a desgaste y disgusto –natural cuando hay un tercer período de gobierno por el medio– se quiere hacer más grande el “bulto” desde la oposición partidaria y desde el pueblo que no tiene sus problemas resueltos –normal también–, pero el PLD-gobierno deben apurar el paso y no perder tiempo, en un doble esfuerzo por defender a su Presidente e impulsar al triunfo a su candidato, para que los intereses (políticos y mediáticos) no le ganen la guerra de la opinión pública y, con ella, el poder.
En pocas palabras, no se daría la callada por respuesta sino que en los próximos días podría ponerse en ejecución una estrategia de defensa; y, ¿por qué no? hasta de contraataque (aunque se trate de una decisión aislada o de mera coincidencia, en la línea de defensa oficial, muy bien se pudiera enmarcar la respuesta del ministro de Hacienda, Daniel Toribio, hace unos días, que dejó malparados a críticos alegres del área empresarial con la revelación de que el Estado deja de percibir más de cuatro mil millones de pesos producto de exenciones al sector privado).
Además de que el propio “León” pudiera advertir determinados planes para desdibujarle la imagen personal, el vocero palaciego, Rafael Núñez, se ha sentido aludido y provocado con respecto a la efectividad de su trabajo y, en tal sentido, estaría en disposición de “sacudirse” y echar el pleito en público.
Para esos fines, sabemos, no sólo habría estado “aceitando” al equipo central y a los equipos satélites que conforman el “gabinete de comunicación”, que le ha servido de soporte en los últimos siete años de ejercicio gubernamental del doctor Fernández, sino que ha estado poniendo al corriente o en “ojo avizor” a distintos líderes de opinión del país, entre los que ha incluido esta vez a gente nunca antes invitada a nada, pero que se sabe con determinado peso en los medios y que también es amiga del presidente Leonel Fernández, a fin de que, de conjunto, se dé un paso al frente.
Sin duda que a desgaste y disgusto –natural cuando hay un tercer período de gobierno por el medio– se quiere hacer más grande el “bulto” desde la oposición partidaria y desde el pueblo que no tiene sus problemas resueltos –normal también–, pero el PLD-gobierno deben apurar el paso y no perder tiempo, en un doble esfuerzo por defender a su Presidente e impulsar al triunfo a su candidato, para que los intereses (políticos y mediáticos) no le ganen la guerra de la opinión pública y, con ella, el poder.
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