Vistas a la página totales

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Orlando Dice:Leonel y Danilo deben cuidarse de apariencias y de las realidades


Orlando Gil
orlandogil@codetel.net.do
EL TRANCE.- El presidente Leonel Fernández tiene por delante una situación tan difícil que no hay manera que pueda superarla sin sufrir amarguras: la candidatura de Danilo Medina. Se dirá que no es problema, pues ya se vio ante un trance parecido en el año 2000 y salió tan fresco como un guandul. La comparación, sin embargo, no es posible. Entonces no existían los antecedentes de ahora. No se habían enfrentado ni Medina quejado de haber sido vencido por el Estado. Esto es, de juego sucio, o desigual. Tampoco Fernández había intentado tomarse otro período, casi por asalto, sabiendo que Medina estaba a la espera. Y digo de lo visible, de lo que estuvo delante de los ojos de todo el mundo, sin incluir la pretensión del mandatario de volver en 2016, o la perversa apreciación de que la derrota de Medina en 2012 facilita el retorno del presidente Fernández en el 2016. Nunca un político fue más sospechoso que Leonel Fernández en relación con su compañero Danilo Medina. Todo cuanto haga de ahora en adelante, bueno o malo, se cargará en su contra… 
LOS PALOS.- Nadie se prepara para los fatalismos, y no hay dudas de que el devenir inmediato de Leonel Fernández no tiene otro sino. Algo impuesto por sus hados. Si Danilo Medina gana las elecciones del año que viene, nadie verá su triunfo como una derivación lógica y natural de la obra de gobierno del presidente Fernández. Al contrario, y por desgracia, se dirá que logró su hazaña a pesar del desastre de esa administración. Los méritos, todos, serán de Medina. Si a la inversa, Medina pierde, las culpas, todas, recaerán sobre el mandatario. O porque dejó una herencia maldita, o porque no hizo lo suficiente para que alcanzara la meta. Es decir, el consabido palos si boga y palos si no boga. No importan los desaciertos de la campaña de Medina o de que sus propuestas no encontraran eco favorable entre los votantes, o que la propaganda fuera –como es– poco contagiosa, o de que la opción contraria se fuera alante desde el principio y no hubiera forma de llegarle. Nadie libra al presidente Fernández de ese juicio implacable… 
EL CUIDADO.- De ahí que deban cuidarse ambos, Leonel Fernández y Danilo Medina, de las apariencias y de las realidades. Y por igual que sus seguidores no hagan malas interpretaciones o manipulen situaciones para hacerse las víctimas o los sorprendidos. Como apreciaba ayer, su discurso de proclamación fue cuidadoso, prudente y efectivo, pues dijo lo que tenía que decir sin afectar ni herir a nadie. A los buenos entendedores las pocas palabras fueron suficientes. Lo del látigo no fue una alusión feliz, y los creyentes en cábalas recordaron a Viriato Fiallo, quien dio un tiro de gracia a su candidatura en la campaña de 1962 cuando proclamó que iba al gobierno con cinco látigos. Hay imágenes que cargan su propia desgracia. Aunque era evidente que Medina no podía ser demasiado descarnado y usar términos inadecuados para la ocasión o el auditorio. No se menciona la soga en la casa del ahorcado. Sin embargo, hay quienes atribuyen ruidos a una expresión que más que ofensa, sonó como un estribillo de salsa: “Ahora vengo yo”. La frase de seguro que fue idea de un seguidor de La Fania… 
ÉL.- Danilo Medina tenía en algún momento que como el poeta norteamericano Walt Whitman cantarse a sí mismo, y ese era el justo y preciso, pues no debe olvidarse que como candidato debía marcar su impronta. Imponer su sello. Después de haber cumplido con el fundador del partido, de quien se declaró discípulo, y con su actual líder, cuyo legado prometió acrecentar, lo más normal era que se ocupara de anunciar su propósito, de establecer su tiempo y su espacio. “Ahora vengo yo” era una consigna adecuada, propia de un inicio de campaña. Los primeros en saludarla y aplaudirla debieran ser Leonel Fernández y sus seguidores, pues no deben olvidar que Medina viene, no estaba. Que estuvo alejado del gobierno por un tiempo y razones conocidas.
Si hubiera seguido en su antiguo cargo de secretario de la Presidencia y recorrido con el presidente Fernández los dos períodos completos, otra debiera ser su divisa. Por ejemplo: “Ahora me quedo yo”. De manera que no hay que exagerar la sensibilidad, ni ver ofensa donde no la hay. Los hechos, o el destino, demandan mayor ecuanimidad…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario